De humo que aroma a humo que coloca

Es una discusión constante entre startuperos si este vende humo o aquel es un estafador y, siendo realistas, es bastante hipócrita en un mundo en el que uno de sus “gritos de guerra” es: “Fake it until you make it

yipietosmoker

No creo que sea una cosa de “exitosos” contra no exitosos (entendiendo el éxito como se quiera), aunque muchas veces las críticas son interpretadas como envidia. Sin embargo, intentando no ser fariseo tengo que afrontar que a mí me crispa una barbaridad una empresa a la que los inversores (que hacen sus deberes y por supuesto no creo que sean tontos) han financiado a pesar de que con muy poquita investigación ves que todas sus ventas del producto no son tal (el producto lo regala con cursos que están pagados por la Fundación Tripartita), que su tecnología no hace lo que dicen que hace y la actividad y las métricas que venden son completamente imposibles si los testeas un poco. Tampoco creo que nadie tenga razón, ni siquiera yo, por lo que entiendo que estando necesitados de financiación alguien entienda que lo mío es envidia, aunque nada más lejos de la realidad. Como siempre la verdad es demasiado subjetiva como para ser verdad.

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” – Un tal Jesús

Creo que es una cuestión de llámese ética, llámese límites, llámese principios, llámese formas de hacer, llámese dormir tranquilos, y que cada uno tiene su propio nivel. Yo puedo pensar que ese que dice que vende y en realidad palma pasta en cada venta por ser de cupones y no tiene recurrencia está vendiendo humo, pero seguro que para un miembro de Menéame cada vez que yo hablo algo de GPMESS estoy haciendo autobombo y soy un vendehumo que merece morir lapidado.

Cada uno tiene su nivel en la fina línea del humo y a todos el nuestro nos parece ese humo de incienso que aromatiza la estancia y simplemente nos ayuda a hacernos entender cuando explicamos a dónde vamos, y el de otros es ese humo denso que se produce cuando queman alijos y coloca a cientos de miles y los deja aturdidos.

La clave, supongo que está en ser consecuente con uno mismo y es que, como digo siempre, cada uno su casa la gestiona como quiere.